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Articulo de opinión

LA RECUPERACIÓN DE LA REPUBLICA PARECE MAS LEJANA (27/08/2003)

Desde la instalación del nuevo gobierno la ciudadanía se ha visto estremecida por acciones políticas de alto voltaje que, en vez de solucionar los problemas, parecerían haberlos multiplicado.

La Argentina esperaba la inmediata ejecución de políticas públicas que atacaran el hambre, la pobreza, el desempleo, la exclusión social, la recesión económica, la desinversión, la violencia y la falta de seguridad jurídica.

Esperaba una Reforma Política que permitiera superar la falta de representatividad política, que produjera el desmantelamiento de los aparatos políticos corruptos, que estableciera la selección de los mejores para el desempeño de la función pública y que garantizara la consolidación de fuerzas políticas a la altura de sus responsabilidades republicanas.

Pero el gobierno sacó de la galera una agenda propia -que no había mencionado en la campaña electoral- y que no respondía a esas expectativas.

Decapitó a las fuerzas armadas sin que ninguno de sus jefes hubiera sido acusado de nada.

Desairó fuertemente a los empresarios europeos que más inversiones habían hecho en nuestro país y que más habían alegado a nuestro favor en el FMI.

Puso en cadena oficial a todos los canales de televisión incitando a diputados y senadores a dar un verdadero golpe contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Trató de cínicos e hipócritas a los ciudadanos que entendían, de acuerdo con el Código Penal vigente, que los delitos cometidos en nuestro país no los juzgan tribunales extranjeros.

Inundó las redacciones de los diarios con noticias “positivas” para hacer creer que la economía había mejorado, que había descendido el desempleo y la desigualdad social, que habían aumentado las exportaciones, que había un presupuesto fenomenal para obras públicas, que todo andaba bien...

Dsfrazó al zorro para el gallinero y en el decreto que garantiza la “independencia” de los candidatos para la Corte Suprema lo único que no se prohibió es que provinieran del riñón del gobierno.

Y para que nadie dudara si Zaffaroni era la persona más calificada para el cargo, oímos su grito desde la tapa de una revista: “Estoy feliz. He logrado enloquecer a lo peor de la Argentina”.

Despreció a los empresarios -que crean empleo genuino- y los desalentó con un tratamiento que reveló prejuicios incompatibles con la función de gobierno. Recordemos, el episodio de la Rural y la caída de las torres de alta tensión.

Fogoneó los bolsones del rencor y las antorchas negras del pasado.

Arrancó de los desacreditados ocupantes del edificio del Congreso la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final socavando los cimientos jurídicos de la Argentina.

Reaccionó contra Scioli con actitudes mas propias del bajo fondo que del modo en que en una República deben dirimirse las desinteligencias con el Vicepresidente.

Interfirió en todos los procesos electorales provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires avasallando las autonomías y el federalismo que establece nuestra Constitución.

Todo llevaría a concluir que, si no cesan de raíz estos comportamientos, la Reforma Política -por la que venimos luchando incansablemente- no podrá alumbrar la República que merecen nuestros hijos “y todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.