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La elección fantasma
Por la ciudad, La Nación
José Ignacio Lladós Uno de los hombres de confianza de Aníbal Ibarra adelantó hace un mes y medio cómo se desarrollaría la campaña electoral: "Se hará casi exclusivamente alrededor de los candidatos a jefe de gobierno. Habrá poca o nula participación de quienes se postulan para acceder a la Legislatura". La definición de aquel secretario de gobierno fue una estrategia, en verdad, y no la respuesta a un acertijo. Y así sucedió, nomás. Por diferentes motivos, casi todos eligieron el mismo camino. Sólo la última semana se vieron afiches de Ibarra con Miguel Bonasso y Juliana Marino, y de Macri con Gabriela Michetti y Jorge Vanossi. Pero parecieron más recursos inofensivos que intentos por promover a otras figuras. Después, del resto... nada. ¿Por qué? * * * Ibarra planteó desde el comienzo que su juego sería el contrapunto ideológico con Macri. Para ello, debía poner el foco sobre su figura y agregar a su imagen un poco de "marketing social". El presidente de Boca también eligió polarizar, pero para oponer supuestas capacidades de gestión (de acuerdo con el manual macrista , debería compararse la calidad de la actuación de Macri en Boca con la de Ibarra en la Ciudad). En ambas campañas creyeron siempre que despreciar la influencia de los demás candidatos a jefe de gobierno les daría resultado. Y, al mismo tiempo, analizaron que dar aire a los acompañantes -candidatos a vicejefe, diputado- sería algo así como desviar la atención de la pelea central. * * * El caso de los demás es diferente. Patricia Bullrich armó su campaña "egocéntrica" más por posibilidades que por deseos. Unión para Recrear Buenos Aires debe ser una de las coaliciones que más respuestas ofrecieron a la consigna popular del que se vayan todos . Obviamente, la idea era mostrarlo. Pero resultó imposible. Con pocos recursos, imponer figuras o ideas resulta excesivamente complejo. El resultado, entonces, fue una campaña escasa , focalizada en Bullrich. Con la Izquierda Unida y el Partido Humanista sucedió algo parecido. Sin dinero y con un conocimiento público ya establecido alrededor de Vilma Ripoll y de Lía Méndez, ambas campañas coincidieron en que era más redituable promover a quienes estaban instaladas en la gente, en lugar de derivar fondos hacia los candidatos menos conocidos. Cristian Caram (UCR) y Eduardo Traboulsi (Partido Demócrata Cristiano) fueron dos de los pocos que apostaron a sus diputados. Pero no sólo por simpatía, sino porque Nito Artaza y el ex árbitro Guillermo Marconi son más conocidos que ellos. En síntesis, hubo varias razones que derivaron en una campaña focalizada en los candidatos a jefe de gobierno. Salvo excepciones, de los legisladores, mejor ni hablar. Como si se tratara de una elección fantasma...
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