Reestructurar la policía es el desafío Juan Gabriel Tokatlian, La Nación.
Reestructurar la policía es el desafío Quizás haya llegado el momento de emprender la reestructuración integral de la policía en la Argentina. El secuestro y posterior asesinato de Axel Blumberg debería ser el símbolo y el catalizador para que el poder político nacional asuma el desafío de transformar radicalmente esa institución. Si nuestra clase dirigente sigue cohonestando con una policía en la que un número creciente de uniformados está emparentado con el crimen, entonces ello significa que buena parte de nuestra elite política ya depende, simbióticamente, de la existencia de la criminalidad. * * * En Colombia, en 1993, la violación y posterior asesinato de una niña en una estación de policía de la capital, Bogotá, fue el hecho determinante para que se asumiera la necesidad de llevar adelante una profunda reforma policial en ese país. Los reclamos de cambio por parte de la ciudadanía se transformaron, en aquellos días, en ira colectiva contra una institución que, en lugar de prevenir la delincuencia y la criminalidad, se tornaba cada vez más descontrolada y violenta. El desprestigio institucional llegó a niveles alarmantes; si el Estado no quería agrietar más su legitimidad y pretendía afirmar la democracia, resultaba fundamental reorganizar totalmente la policía nacional. El gobierno colombiano, convencido de las limitaciones de una autorreforma corporativa, convocó una comisión externa para la reforma de la policía, que hizo aportes sustanciales a lo que, meses después, fue el punto de partida de una reestructuración de fondo. Durante la década del noventa, la nueva policía colombiana logró desarticular los carteles de las drogas de Medellín y de Cali. Y en el último lustro, una labor policial más eficaz acompañada de una gestión política proba y competente en el nivel local hicieron posible que Bogotá se haya convertido en la única capital de América del Sur con notable descenso en los índices de robos, delincuencia y homicidios. * * * Si cabe una lección básica del caso colombiano, es que cuando se llega a un límite desbordado, en el que nada menos que la policía se convierte en la principal fuente de inseguridad del ciudadano medio, no hay otra alternativa que su cambio drástico y definitivo. En esa dirección, la Argentina necesita una completa reestructuración de su policía: de su organización operativa, su esquema jerárquico y de mando, de la composición y el tamaño de su pie de fuerza y de las formas de control ciudadano sobre su gestión, entre otras cuestiones. Se necesita, incluso, estimular y concretar una nueva cultura policial; es ésa la única manera de iniciar un sendero de transformaciones de largo plazo y efectivas. La "argentinización" de nuestra policía, esto es, el mantenimiento intacto de las fuentes de sus problemas, la postergación ilimitada de las reformas imprescindibles para alcanzar una mejor sociedad, la convivencia ilimitada con estructuras cleptocráticas ya conocidas, entre otras conductas, deben terminar ya. Es hora, vaya paradoja para quienes usan el término a la ligera, de "colombianizar" la reforma policial. El autor, licenciado en Sociología y doctor en Relaciones Internacionales, es profesor asociado en el Departamento de Humanidades de la Universidad de San Andrés.
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