Hacia el mejor sistema electoral posible Editorial Diario La Nación
Como lo hemos señalado muchas veces, el país está necesitado de una reforma política que le otorgue la mayor transparencia posible al sistema institucional democrático y que, a la vez, fortalezca la legitimidad de la representación que emana de los pronunciamientos electorales. Uno de los cambios que la opinión ciudadana está reclamando en forma insistente es el que se concretará mediante la eliminación del mecanismo de la llamada lista sábana, que con mucha frecuencia suele viciar el consentimiento de los votantes en los comicios destinados a elegir a los diputados nacionales representativos de los grandes distritos. El Poder Ejecutivo ha anunciado que enviará al Congreso un paquete de leyes en relación con esos temas. Pero en el Poder Legislativo existen ya unos 60 proyectos destinados a cambiar el sistema electoral o a producir reformas en materia política. Si bien es alentador que el reclamo de la ciudadanía haya encontrado un eco tan dilatado en los poderes públicos, la existencia de esa considerable cantidad de iniciativas conspira contra un análisis ordenado y fructífero de las propuestas en trámite y crea cierta confusión en un tema que reviste vital importancia para la imprescindible perfeccionamiento de la vida institucional de la Nación. Además, la multiplicación de proyectos sobre temas afines revela la presencia de una contraproducente desconexión entre el Poder Ejecutivo y las bancadas legislativas del propio partido oficialista, detrás de la cual no es arriesgado inferir que se asoma la sombra de un internismo exacerbado. Sería conveniente que en la órbita de acción de los poderes políticos se trabajara, en lo sucesivo, con mayor espíritu de coordinación y se evitara tanta dispersión de esfuerzos. De lo contrario, a los ciudadanos les resultará difícil seguir con atención el curso de la tramitación del paquete de leyes en gestación. La modificación del régimen electoral en vigor puede afecta a principios esenciales de la organización institucional y de la estructura de nuestra democracia. Es sabido que, en materia electoral, no hay sistemas perfectos: todos exhiben alguna debilidad o presentan algún aspecto objetable. De lo que se trata, entonces, es de elaborar el mejor proyecto posible, a partir del hecho incuestionable de que el mecanismo de la lista sábana, tal como desde hace mucho tiempo ha existido hasta el día de hoy, debe ser suprimido. La doctrina más aceptada apunta a la creación de regímenes mixtos, que combinen adecuadamente las virtudes de los principales sistemas que son utilizados en el mundo y procuren neutralizar sus probables efectos negativos. Lo fundamental es que el votante recupere la capacidad de influir en la conformación de las listas de candidatos y que no se vea obligado a aceptar pasivamente las nóminas "armadas" por las dirigencias partidarias. Pero, al mismo tiempo, debe evitarse el peligro de que en las compulsas electorales todas las bancas en disputa caigan en manos de los legisladores de un mismo partido. Y se debe garantizar de alguna manera el acceso de los sectores minoritarios a los cuerpos deliberativos, requisito indispensable para la correcta conformación de una democracia pluralista. Es necesario que en todos los sectores prevalezca una clara y definitiva voluntad de construir el mejor sistema electoral posible y de garantizar un funcionamiento transparente de los partidos políticos, tanto en cuanto les concierne a sus mecanismos organizativos como en lo que atañe al origen del financiamiento de sus actividades y de las campañas proselitistas. Deben ser evitados los estériles enfrentamientos que conduzcan a una mayor exacerbación de las internas partidarias -como el que hoy se insinúa en el seno del partido oficial- y deben ser emitidas señales claras que revelen en todos los agentes del sistema político la existencia de un sincero deseo de servir al bien común antes que a una defensa obstinada de intereses personales o de espacios de poder. Corresponde exhortar al Poder Ejecutivo y a los legisladores a flexibilizar sus posiciones y a buscar los puntos de coincidencia que conduzcan a la elaboración de un sistema organizativo presidido por un genuino espíritu republicano.
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