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Los candidatos se adaptan a la apatía de la gente
Arículo de Graciela Mochkofsky. Diario La Nación
Los principales candidatos presidenciales se zambullen en el tramo final de la campaña sin la ilusión de derrotar la apatía general de los votantes ni la ambición de ganarse a una mayoría. A tres semanas de las elecciones, cada uno apuesta a reforzar el nicho del electorado que le es más favorable con la esperanza de pasar, aunque sea raspando, a una segunda vuelta. Néstor Kirchner y Elisa Carrió se disputarán la clase media progresista y el votante antimenemista; Carlos Menem apostará todo a la clase media nostálgica del 1 a 1 y a los sectores populares; Adolfo Rodríguez Saá apuntará a un sector fuertemente peronista y nacionalista; Ricardo López Murphy, al votante de clase media y alta de las grandes ciudades; Leopoldo Moreau intentará juntar un poco del desperdigado voto radical. La resignación al masivo desinterés por el proceso electoral -parte desilusión y escepticismo con los políticos y parte desvío de la atención pública hacia la guerra en Irak- es casi unánime. En términos de la campaña, esto es bueno para algunos y malo para otros. Es bueno para Menem, que no necesita hacer nada para que los votantes lo conozcan y confía, según dijo a LA NACION un hombre que trabaja en su campaña, en el factor "poder", que las encuestas reflejan en la pregunta: ¿quién cree usted que será el próximo presidente? Entre un 40 y un 60 por ciento de los entrevistados por diversas encuestadoras responde invariablemente "Menem" a esta pregunta. "La gente sigue creyendo que Menem va a ganar. El imaginario es que algo va a hacer y va a ganar", dijo la fuente. "Menem demostró que puede gobernar el país", afirmó su jefe de campaña, Alberto Kohan, a LA NACION. En cualquier caso, ningún votante desconoce cómo gobernó Menem, y su estrategia se reduce, en lo central, a apostar al imaginario popular; por ello, no espera hacer mucho más durante la campaña que lo estrictamente necesario: spots de TV, actos y la presentación de algunas ideas fuertes de lo que sería su gobierno. La guerra La distracción de la guerra, en cambio, es mala para López Murphy, que desearía más tiempo para hacerse conocer en el interior. El 50 por ciento del electorado no lo conoce, según su jefe de campaña, Carlos Balter. "Hay una gran apatía por el proceso electoral y además conspira en nuestra contra la guerra: hay gente que no sabe que López Murphy es candidato a presidente y hay gente que no sabe quién es", lamentó. Balter explicó a LA NACION que, en las tres próximas semanas, López Murphy se concentrará en ese 50 por ciento que lo conoce, habitante de los principales centros urbanos. "¿Por qué a Ricardo le va bien en los centros urbanos grandes?--preguntó-. Porque hay más medios de comunicación. Es más fácil llegar, con los medios. Por eso le va bien en la Capital." Así, López Murphy dedicará estas semanas a aparecer en cuanta radio, programa de TV y diario le sea posible; hará actos y caminatas en algunas capitales de provincia, y atenderá cenas selectas a razón de 1000 pesos por cabeza. La lucha peronista Kirchner intentará llegar al 27 de este mes con dos apoyos: la estructura del peronismo duhaldista de Buenos Aires y la clase media progresista que no votaría a Menem ni a Rodríguez Saá, pero que podría optar por Carrió. Su estrategia se concentrará en un discurso antimenemista. Rodríguez Saá disputa a Menem el voto de clase baja peronista y seguirá recorriendo el interior en su Marcha de los Sueños. El candidato es, de los peronistas, quien menos aparece en los medios nacionales y suele protestar porque esto no ocurre por elección personal, sino por una decisión de aquéllos. Pero ni su vocero ni su jefe de campaña contestaron las varias llamadas de LA NACION para este artículo. Carrió intentará, en lo que pueda, deshacerse del "karma" de que no puede gobernar, en la expresión de su jefe de campaña, Rafael Romá. "Carrió va a presentar las primeras medidas de gobierno y parte de su equipo, para darle certidumbre a la duda importante que tiene la sociedad con ella: si puede gobernar", dijo a LA NACION. Intentará dar una imagen de fortaleza. "Hasta ahora se ha presentado como un candidato débil", agregó. Moreau intentará disputar con ella y con López Murphy el tradicional voto radical (que su jefe de campaña, Eduardo Santín, calcula en "un 10 o un 15 por ciento" del electorado). Ninguna encuesta conocida le da posibilidad alguna de reunir siquiera la mitad de eso, pero Moreau sigue en campaña y en los días que restan intentará reunir lo que pueda del destartalado "aparato" radical en el país. Todos los candidatos comparten una misma incertidumbre sobre qué harán los electores el domingo 27. Un vocero peronista se sinceró hace unos días: "A veces pienso que vamos a ganar con el 45 por ciento y otras, que vamos a sacar el 5. Así es esta elección". Romá admitió que la situación de paridad que muestran las encuestas es motivo de una gran incertidumbre para los candidatos. "Lo más trascendente de esta campaña es tratar de adivinar por dónde anda la gente -dijo-. Cuesta enormemente saber dónde estás parado, en qué lugar de la consideración pública."
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