Una vida mejor para los chicos Artículo Diario Clarín. Por Jorge Rivera Pizarro. Representante de Unicef Argentina.
El descenso de la tasa de mortalidad infantil en la Argentina, anunciado por el Gobierno nacional, es una noticia que UNICEF celebra en tanto expresa una mejora en el cumplimiento del derecho básico a la vida, llave de acceso a todos los otros derechos de los niños. Este descenso, el más importante de los últimos 20 años, significa que en el 2004, mil niños más que en el año anterior sobrevivieron durante su primer año de vida y tal vez ya celebraron su primer cumpleaños. Este logro expresa el esfuerzo del Estado y de la sociedad en su conjunto para proteger la vida de los más pequeños y superar los efectos de los momentos más duros de la crisis, que habían repercutido en un incremento de la tasa de mortalidad infantil en el 2003. De esta manera, Argentina avanza hacia el cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que se ha fijado como meta para el 2015: reducir en 3/4 la mortalidad de menores de 5 años y en un 20% la desigualdad entre provincias respecto de este tema. Este es un indicador muy sensible del desarrollo humano, pues bajar la mortalidad infantil señala mejoras en varios aspectos de la superación de la pobreza, tales como la educación e información de la población, la provisión de agua y un aumento en el acceso y la calidad de los servicios de salud. Los indicadores promedio frecuentemente ocultan las desigualdades y las inequidades que son características de la estructura económica y social. Conocer estos indicadores en las áreas más críticas contribuirá a que los esfuerzos locales se redoblen allí donde es necesario mejorar el conjunto de condiciones sociales relacionadas con la mortalidad infantil, puesto que seguramente se encuentran mucho más deterioradas que en las áreas donde los indicadores contribuyen a levantar el promedio. Esa es, sin duda, una tarea que supera los esfuerzos del sector salud y comprometen no sólo a los ministerios nacionales, sino también a los gobiernos provinciales y a los municipios a aumentar su inversión financiera y humana en los lugares donde la exclusión es más aguda. Desde hace años y aún hoy, la probabilidad de sobrevivir de un niño al nacer está relacionada fuertemente con factores sociales claramente identificados. Ser pobre, aborigen, tener una madre analfabeta, nacer en ciertas áreas del país, representan condiciones que incidirán negativamente en sus posibilidades de sobrevivir. Y estos factores también inciden en aquellos que, superada esa etapa crítica, necesitan que todos sus derechos sean garantizados para desarrollarse como niños. Tal como está expresado en el Plan Federal de Salud, queda aún mucho por hacer para, reparando las inequidades, evitar más muertes prevenibles y garantizar otros derechos para un desarrollo infantil integral. El horizonte ético que plantea la Convención de los Derechos del Niño se expande con cada uno de los logros mencionados, abriendo nuevos desafíos. Por ello, las cifras comunicadas por el Gobierno —que dan cuenta de un verdadero cambio en la tendencia— abren un nuevo capítulo para complementar ese importante logro con políticas públicas que mejoren la capacidad económica de las familias para criar a sus hijos, tengan acceso oportuno a conocimientos e información y sigan fortaleciendo la calidad de los servicios de salud en las áreas hoy de mayor exclusión social. El Presidente y el ministro de Salud, al presentar estos resultados, subrayaron que son fruto del esfuerzo conjunto de todos los actores sociales que, desde el Gobierno y desde la sociedad civil, contribuyen a crear las condiciones para aumentar las posibilidades de vida de los niños y niñas. Sin duda, ese es el camino para lograr una protección integral, como lo prescribe la Convención sobre los Derechos del Niño. Similar estrategia de coordinación intersectorial y de adecuada relación entre los diversos niveles de Gobierno es la que conviene emplear para fortalecer a las familias, como responsables primarios de la crianza y desarrollo de sus niños pequeños. Proponerse metas y concertar políticas son lecciones aprendidas, que tienen que ser subrayadas a tiempo de unirse a la celebración de la vida que mil niños más y sus familias hacen hoy.
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