Voto en blanco y reforma política Los votos en blanco constituyen una forma legítima de expresión ciudadana y propone que la ley los tenga en cuenta
Voto en blanco y reforma política Editorial I Hay diferentes posiciones respecto de la naturaleza que se le debe reconocer al voto en blanco. Algunos lo consideran como un simple gesto de abstención: el que vota en blanco en una consulta electoral, según esta concepción, opta por no comprometer su opinión respecto de los candidatos propuestos por los distintos partidos y se atiene al derecho que le asiste a todo ciudadano de no pronunciarse en favor de ninguno de ellos. Otros opinan, en cambio, que el voto en blanco es mucho más que una abstención. Los sostenedores de este segundo punto de vista consideran que quien vota en blanco, en realidad, asume una actitud activa, combativa y cuestionadora, pues al no a elegir a ninguno de los contendientes está expresando un rechazo a la totalidad de las ofertas electorales que se le presentan en el cuarto oscuro, y ese rechazo equivale a un severo cuestionamiento al sistema político en bloque: expresa la enérgica protesta del votante por la ausencia de opciones electorales renovadas, serias y responsables. Al no otorgar su preferencia a ningún partido, el votante en blanco está denunciando que existe una crisis de representación política generalizada y profunda, y está reclamando, por una vía indirecta, que el sistema político se renueve y que los partidos se abran a nuevas ideas, alternativas y propuestas. Desde hace varios años, LA NACION viene bregando desde sus editoriales para que se promueva una amplia reforma política, que se traduzca en cambios estructurales, vinculados con la modernización de los partidos y con una absoluta transparencia en su funcionamiento y financiamiento, y en modificaciones operativas, entre las que se debatan el reemplazo del sistema de listas sábana en los grandes distritos del país y la posibilidad de otorgarle valor al voto en blanco. Recientemente, en la sección Cartas de Lectores de nuestro diario, se publicó la opinión de un lector que sostiene que los votos en blanco constituyen una forma legítima de expresión ciudadana y propone que la ley los tenga en cuenta -al menos en la elección de diputados- a la hora de hacer el cálculo para la repartición de bancas que le corresponde a cada partido por el sistema D´Hont. La propuesta apunta a que, cuando se haga la distribución de bancas, se determine el número de escaños que en teoría correspondería asignarle al sector de los votantes en blanco. Una vez hecho ese cálculo, la ley debería disponer que esas bancas, cualquiera que fuere su número, quedasen vacías. El voto en blanco tendría, así, un efecto práctico: se traduciría, por lo menos, en una disminución del gasto de funcionamiento del Poder Legislativo, aunque, obviamente, lo más importante no consistiría en ese eventual ahorro presupuestario. La ventaja fundamental del sistema propuesto consistiría en que los partidos políticos tendrían que esforzarse para captar el apoyo de los potenciales votantes en blanco, mejorando su oferta electoral. De lo contrario, verían reducida globalmente su cuota de poder en el conjunto del sistema parlamentario. La ciudadanía dispondría, así, de un mecanismo más idóneo para influir sobre los partidos, sus candidatos y sus propuestas. En cartas posteriores, esta idea de darle mayor efectividad al voto en blanco recibió apoyo de otros lectores. En modo alguno se pretende con esto alentar desde esta columna a la ciudadanía a votar en blanco en las próximas elecciones legislativas. De hecho, la gran diversidad de fuerzas políticas y candidatos que se han inscripto en la justicia electoral para los comicios del 23 de octubre parece no recomendar esa alternativa. Sin embargo, la propuesta, original y saludable, de darle valor a esta forma de sufragio merece ser incorporada al debate político y podría llegar a convertirse en el punto de partida de una serie de modificaciones electorales que sean parte de una reforma política más amplia, tendiente a fortalecer la calidad de nuestro sistema institucional. Link corto: http://www.lanacion.com.ar/724045
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