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Articulo de opinión

DEMOCRACIA O REPUBLICA ? (06/07/2005)

Se ha dicho con acierto que quien pone el nombre a las cosas es el que impone el sentido de las palabras, el que maneja las ideas y, finalmente, el que gobierna el comportamiento de los demás.

Es igualmente cierto también que el uso desaprensivo del lenguaje, y el desgaste que sufren las palabras cuando se emplean sin mayor rigor, desdibujan su real significado.

Eso es lo que ocurre con las palabras Democracia y Republica; no conocemos a ciencia cierta su significado ni cuál es su diferencia pero las usamos indistintamente -o como conceptos antagónicos- según como se use a nuestro alrededor.

Por eso definir sus alcances no es tarea ociosa aquí y ahora en la Argentina ya que la desmesura verbal del Poder Ejecutivo tergiversa el sentido de las palabras y de la Historia, confundiendo los conceptos e imponiendo una versión sesgada de los hechos. Saber que es la Democracia y que es la República nos permitirá darnos cuenta dónde estamos.

En una apretada síntesis podríamos decir que la Democracia, desde el punto de vista político, es un modo de elegir a los gobernantes y que la Republica es un modo de gobernar. Aquella significa que ninguna persona puede arrogarse por si el derecho a gobernar y que nadie mas que el pueblo es el que elije a sus gobernantes.

Este concepto de Democracia -visto en su perspectiva histórica- ha sido un gigantesco avance en la lucha por liberar al hombre de toda forma de opresión. Pero no garantiza -por sí sola- la vigencia de los derechos civiles, ni los políticos, ni los derechos humanos: solamente legitima al que ejerce el gobierno por haber sido elegido por el pueblo.

La Republica en cambio, se basa en la Constitución, en esa Magna Carta que busca convertir a los Estados modernos en Estados de Derecho, que se autolimiten jurídicamente mediante el reconocimiento de los derechos de los ciudadanos, de la soberanía popular, la igualdad ante la ley, la representación política y la división de poderes.

La Constitución no sólo significa el reconocimiento formal de todo ello sino la creación de instituciones concretas que les den vigencia y las protejan de los abusos y desviaciones de los gobernantes. Donde se vulnera la Constitución se violan los derechos del hombre y del pueblo; y cuando desaparece la división de poderes se empieza a recorrer el camino que conduce a la tumba de la democracia y de la libertad.

Por eso una democracia a secas, o sea una democracia sin República, es una falacia que vuelve para atrás las páginas de la Historia para encadenarnos a despotismos de cualquier cuño.

Es el caso argentino. El Poder Ejecutivo viola constantemente la Constitución y ha sometido a total servidumbre al Congreso y a la Justicia. Mas aún ha convertido las proximas elecciones de "representantes del pueblo argentino" en un plebiscito sobre él. La autocracia acaba de mostrar sus garras sobre el desprotegido cuerpo de nuestra sociedad.

Miguel E. Sanguinetti