Una nación al margen de la ley
por Adrián Ventura - 3°
Reunión del Foro para la Reforma Política
Al haber acompañado más de una vez al poder
político, los tribunales no siempre ayudaron a construir el Estado de
Derecho
La Justicia no siempre supo ponerles límites a los
excesos de los otros poderes.
Pero también sufrió persecuciones y manipulaciones.
Así, la inseguridad jurídica se adueñó
del país.
La Argentina es un país de exuberancias. Vivimos
con fuerza los excesos: las melancolías, las euforías, los escándalos,
la corrupción. También las violaciones a las leyes y a la Constitución
nacional, que sucesivos gobiernos no se privaron de cometer. No observamos los
límites.
Y la Justicia, el poder del Estado que está llamado
a mantener dentro de sus márgenes a los poderes Ejecutivo y Legislativo,
con frecuencia, pecó por defecto. "En ocasiones hubo complacencia",
dice Atilio Alterini, decano de la Facultad de Derecho de la UBA.
Sin duda es injusto creer que los más de ochocientos
jueces federales y los varios de miles que se desempeñan en las magistraturas
provinciales son todos complacientes. La mayoría de ellos cumple su labor
esforzadamente. Pero esas observaciones tienen una cuota de verdad.
"En un Estado de Derecho, el poder judicial es el encargado
de proveer seguridad jurídica. Si claudica de ese rol y toma una actitud
de acompañamiento del poder político, la propia Justicia impide
que se consolide un sistema democrático. Será una buena institución
para la solución de conflictos entre los particulares, pero los tribunales
no siempre contribuyeron a construir el Estado de Derecho", dice el constitucionalista
Daniel Sabsay.
El catedrático Germán Bidart Campos estima
que "pocas veces los jueces de la Corte fueron tan cuestionados como los
actuales. Ni siquiera durante los gobiernos de facto. Fueron propensos a decidir
las cuestiones en forma favorable al gobierno de turno".
* * *
En realidad, la República siempre capeó turbulencias.
Hagamos memoria:
Desde 1930 hasta la fecha, es decir, en 73 años,
seis golpes de estado interrumpieron el orden democrático durante un
total de 23 años.
Desde 1853 hasta la fecha, gobiernos, de facto y de iure
declararon el estado de sitio en 53 oportunidades, y 27 años de los últimos
100 se vivieron en esta situación, que se caracteriza por la fuerte restricción
de algunos derechos individuales. Una medida constitucional que, no pocas veces,
encubrió excesos.
Durante el siglo XX, el Congreso sancionó cientos
de leyes de emergencia económica y, en ocasiones, delegó sus atribuciones
en el presidente, autorizándolo a dictar decretos delegados. Cuando ese
instrumento no fue suficiente, el presidente de turno echó mano, cada
vez con más frecuencia, a los decretos de necesidad y urgencia, que fueron
15 hasta 1983; Raúl Alfonsín dictó otros tantos, y, a partir
de Carlos Menem, hubo cientos.
"En la Argentina nunca existió demasiada certeza
sobre las soluciones jurídicas, pues todo parece posible. Y esto hace
que, a la larga, las partes interesadas no sientan la necesidad de negociar
acuerdos. A la larga, es la Justicia la que se queda con la tarea de resolver
todos los conflictos y comprometerse", dice Juan Sola, titular de cátedra
de Derecho Constitucional (UBA).
* * *
¿Qué hizo el Poder Judicial, y especialmente
su cabeza, la Corte, en todos esos años? En general consintió
la amplia mayoría de esas medidas. Recurriendo a las explicaciones de
que las "situaciones excepcionales requieren remedios excepcionales",
la Justicia convalidó muchos excesos. Los repertorios de la Corte archivan
sobradas pruebas de esto.
Como si fuera poco, la Corte, mediante una acordada de 1930,
convalidó el gobierno de facto que derrocó a Hipólito Yrigoyen,
aunque luego, "esa Corte", presidida por Roberto Repetto, terminó
haciéndole frente a algunas medidas del gobierno de Juan Domingo Perón.
Ahora bien, frente a un país de excesos, que fueron
respaldados o, por lo menos, consentidos por la sociedad, ¿estaba la
Justicia, que con el correr de las décadas se convirtió en la
cenicienta de los tres poderes, en condiciones de resistir y hacer respetar
los límites?
Para los jueces que intentaron resistirlos, los gobiernos
de turno desarrollaron numerosas estrategias:
Diversos presidentes cambiaron la composición del
máximo tribunal intentanto nombrar a "sus" jueces. Y Perón
destituyó a sus integrantes en 1947; Alfonsín, como Frondizi,
pretendió ampliar su composición, lo que logró Menem al
llevarla a 9 jueces.
En 1949, la reforma constitucional dejó sin acuerdo
y en comisión a casi el 70 por ciento del Poder Judicial y la Revolución
Libertadora hizo, años después, otro tanto, recuerda Arturo Pellet
Lastra en su libro Historia política de la Corte 1930-1990.
En 1973 y en 1984 se sancionaron leyes jubilatorias que
fueron puentes de plata para vaciar la Justicia. Y cuando en 1992 se crearon
los tribunales orales y se abrieron numerosas vacantes, fue la oportunidad para
manipular algunas designaciones.
Carlos Nino acuñó, en los ochenta, una frase
ya clásica: "La Argentina es un país al margen de la ley".
Quizá, la historia le dio la razón.
Dr. Adrián Ventura.
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