La Cultura de lo Efímero Diario La Nación
El pulso político La cultura de lo efímero Por Fernando Laborda Hace apenas dos o tres semanas el discurso oficial estaba lleno de frases tales como "el acuerdo con el Fondo está más cerca que nunca". Pese al "veranito", esas palabras se las llevó el viento. El discurso del Gobierno ha cambiado. La mayoría de los funcionarios antepone la prudencia al optimismo y se resiste a hablar de plazos para acordar con el FMI. Y no faltan quienes admiten la probabilidad de que no haya acuerdo mientras Eduardo Duhalde sea presidente de la Nación. La cúpula del organismo internacional tiene sus razones para no sellar un entendimiento: 1) El FMI no quiere firmar algo que tenga mínimas chances de ser cumplido o que pueda ser desconocido por el sucesor de Duhalde. Ningún miembro de su staff ignora que, pese a su estancamiento de las últimas semanas, quien sigue al frente de las encuestas no es otro que Adolfo Rodríguez Saá, el más duro de los precandidatos justicialistas en el tema de la deuda externa. 2) La conducción del Fondo carga sobre sus espaldas los últimos fracasos del organismo para prever las crisis de México, Asia, Rusia y la Argentina. En forma paralela -como señala el economista jefe de la Fundación Atlas, Pablo Guido-, ha crecido una corriente en Estados Unidos que sostiene que el FMI debe ser eliminado. Es poco probable que esto suceda en lo inmediato, pero sí es factible que si la Argentina no cumple con los compromisos que firme, los principales técnicos del Fondo perderán sus empleos. 3) Las indefiniciones sobre el futuro del sistema financiero, ante su conflicto con los ahorristas, y el presupuesto 2003 -donde el FMI reclama un mayor superávit fiscal- hacen que no exista certeza alguna sobre la política monetaria. 4) El tema de las tarifas de servicios públicos divide a la dirigencia política y es otra fuente de conflicto con el organismo financiero. El ajuste tarifario no sólo es reclamado por los países europeos a los que pertenecen los dueños de las empresas privatizadas; también lo demandan los grandes bancos, dado que del nivel de las tarifas dependerá buena parte de la capacidad de las empresas para afrontar sus deudas. El ministro Roberto Lavagna, que pasado mañana viajará a Europa, difícilmente podrá conseguir el apoyo del Viejo Continente en la negociación con el FMI sin acordar aumentos tarifarios o bien una renegociación de los contratos, extendiendo los plazos de las concesiones. En síntesis, la incertidumbre política y la desconfianza siguen siendo hoy el mayor obstáculo para que el FMI se decida a firmar un acuerdo con la Argentina. Es lógico que teman que el actual gobierno nacional y el que lo suceda no cumplan con lo que se acuerde. Saben que en materia de pactos, entre los dirigentes políticos argentinos impera la cultura de lo efímero. Basta con recordar que el presidente Duhalde ya había firmado dos pactos con los gobernadores antes de celebrar esta semana en Olivos el de los 12 puntos. Pero si el Fondo teme pactar con la Argentina, también en amplios núcleos de los dos partidos políticos tradicionales crece la resistencia al acuerdo. Sobre todo a medida que se difunde que, en lo que va del año, el país hizo pagos por más de 3500 millones de dólares a organismos multilaterales, equivalentes a casi cuatro años de planes Jefes y Jefas de Hogar para dos millones de familias. flaborda@lanacion.com.ar .<< Comienzo de la notaHace apenas dos o tres semanas el discurso oficial estaba lleno de frases tales como "el acuerdo con el Fondo está más cerca que nunca". . Pese al "veranito", esas palabras se las llevó el viento. El discurso del Gobierno ha cambiado. La mayoría de los funcionarios antepone la prudencia al optimismo y se resiste a hablar de plazos para acordar con el FMI. Y no faltan quienes admiten la probabilidad de que no haya acuerdo mientras Eduardo Duhalde sea presidente de la Nación. . La cúpula del organismo internacional tiene sus razones para no sellar un entendimiento: . 1) El FMI no quiere firmar algo que tenga mínimas chances de ser cumplido o que pueda ser desconocido por el sucesor de Duhalde. Ningún miembro de su staff ignora que, pese a su estancamiento de las últimas semanas, quien sigue al frente de las encuestas no es otro que Adolfo Rodríguez Saá, el más duro de los precandidatos justicialistas en el tema de la deuda externa. . 2) La conducción del Fondo carga sobre sus espaldas los últimos fracasos del organismo para prever las crisis de México, Asia, Rusia y la Argentina. En forma paralela -como señala el economista jefe de la Fundación Atlas, Pablo Guido-, ha crecido una corriente en Estados Unidos que sostiene que el FMI debe ser eliminado. Es poco probable que esto suceda en lo inmediato, pero sí es factible que si la Argentina no cumple con los compromisos que firme, los principales técnicos del Fondo perderán sus empleos. . 3) Las indefiniciones sobre el futuro del sistema financiero, ante su conflicto con los ahorristas, y el presupuesto 2003 -donde el FMI reclama un mayor superávit fiscal- hacen que no exista certeza alguna sobre la política monetaria. . 4) El tema de las tarifas de servicios públicos divide a la dirigencia política y es otra fuente de conflicto con el organismo financiero. El ajuste tarifario no sólo es reclamado por los países europeos a los que pertenecen los dueños de las empresas privatizadas; también lo demandan los grandes bancos, dado que del nivel de las tarifas dependerá buena parte de la capacidad de las empresas para afrontar sus deudas. . El ministro Roberto Lavagna, que pasado mañana viajará a Europa, difícilmente podrá conseguir el apoyo del Viejo Continente en la negociación con el FMI sin acordar aumentos tarifarios o bien una renegociación de los contratos, extendiendo los plazos de las concesiones. . En síntesis, la incertidumbre política y la desconfianza siguen siendo hoy el mayor obstáculo para que el FMI se decida a firmar un acuerdo con la Argentina. Es lógico que teman que el actual gobierno nacional y el que lo suceda no cumplan con lo que se acuerde. Saben que en materia de pactos, entre los dirigentes políticos argentinos impera la cultura de lo efímero. Basta con recordar que el presidente Duhalde ya había firmado dos pactos con los gobernadores antes de celebrar esta semana en Olivos el de los 12 puntos. . Pero si el Fondo teme pactar con la Argentina, también en amplios núcleos de los dos partidos políticos tradicionales crece la resistencia al acuerdo. Sobre todo a medida que se difunde que, en lo que va del año, el país hizo pagos por más de 3500 millones de dólares a organismos multilaterales, equivalentes a casi cuatro años de planes Jefes y Jefas de Hogar para dos millones de familias. . flaborda@lanacion.com.ar .Hace apenas dos o tres semanas el discurso oficial estaba lleno de frases tales como "el acuerdo con el Fondo está más cerca que nunca". . Pese al "veranito", esas palabras se las llevó el viento. El discurso del Gobierno ha cambiado. La mayoría de los funcionarios antepone la prudencia al optimismo y se resiste a hablar de plazos para acordar con el FMI. Y no faltan quienes admiten la probabilidad de que no haya acuerdo mientras Eduardo Duhalde sea presidente de la Nación. . La cúpula del organismo internacional tiene sus razones para no sellar un entendimiento: . 1) El FMI no quiere firmar algo que tenga mínimas chances de ser cumplido o que pueda ser desconocido por el sucesor de Duhalde. Ningún miembro de su staff ignora que, pese a su estancamiento de las últimas semanas, quien sigue al frente de las encuestas no es otro que Adolfo Rodríguez Saá, el más duro de los precandidatos justicialistas en el tema de la deuda externa. . 2) La conducción del Fondo carga sobre sus espaldas los últimos fracasos del organismo para prever las crisis de México, Asia, Rusia y la Argentina. En forma paralela -como señala el economista jefe de la Fundación Atlas, Pablo Guido-, ha crecido una corriente en Estados Unidos que sostiene que el FMI debe ser eliminado. Es poco probable que esto suceda en lo inmediato, pero sí es factible que si la Argentina no cumple con los compromisos que firme, los principales técnicos del Fondo perderán sus empleos. . 3) Las indefiniciones sobre el futuro del sistema financiero, ante su conflicto con los ahorristas, y el presupuesto 2003 -donde el FMI reclama un mayor superávit fiscal- hacen que no exista certeza alguna sobre la política monetaria. . 4) El tema de las tarifas de servicios públicos divide a la dirigencia política y es otra fuente de conflicto con el organismo financiero. El ajuste tarifario no sólo es reclamado por los países europeos a los que pertenecen los dueños de las empresas privatizadas; también lo demandan los grandes bancos, dado que del nivel de las tarifas dependerá buena parte de la capacidad de las empresas para afrontar sus deudas. . El ministro Roberto Lavagna, que pasado mañana viajará a Europa, difícilmente podrá conseguir el apoyo del Viejo Continente en la negociación con el FMI sin acordar aumentos tarifarios o bien una renegociación de los contratos, extendiendo los plazos de las concesiones. . En síntesis, la incertidumbre política y la desconfianza siguen siendo hoy el mayor obstáculo para que el FMI se decida a firmar un acuerdo con la Argentina. Es lógico que teman que el actual gobierno nacional y el que lo suceda no cumplan con lo que se acuerde. Saben que en materia de pactos, entre los dirigentes políticos argentinos impera la cultura de lo efímero. Basta con recordar que el presidente Duhalde ya había firmado dos pactos con los gobernadores antes de celebrar esta semana en Olivos el de los 12 puntos. . Pero si el Fondo teme pactar con la Argentina, también en amplios núcleos de los dos partidos políticos tradicionales crece la resistencia al acuerdo. Sobre todo a medida que se difunde que, en lo que va del año, el país hizo pagos por más de 3500 millones de dólares a organismos multilaterales, equivalentes a casi cuatro años de planes Jefes y Jefas de Hogar para dos millones de familias. . flaborda@lanacion.com.ar .Hace apenas dos o tres semanas el discurso oficial estaba lleno de frases tales como "el acuerdo con el Fondo está más cerca que nunca". . Pese al "veranito", esas palabras se las llevó el viento. El discurso del Gobierno ha cambiado. La mayoría de los funcionarios antepone la prudencia al optimismo y se resiste a hablar de plazos para acordar con el FMI. Y no faltan quienes admiten la probabilidad de que no haya acuerdo mientras Eduardo Duhalde sea presidente de la Nación. . La cúpula del organismo internacional tiene sus razones para no sellar un entendimiento: . 1) El FMI no quiere firmar algo que tenga mínimas chances de ser cumplido o que pueda ser desconocido por el sucesor de Duhalde. Ningún miembro de su staff ignora que, pese a su estancamiento de las últimas semanas, quien sigue al frente de las encuestas no es otro que Adolfo Rodríguez Saá, el más duro de los precandidatos justicialistas en el tema de la deuda externa. . 2) La conducción del Fondo carga sobre sus espaldas los últimos fracasos del organismo para prever las crisis de México, Asia, Rusia y la Argentina. En forma paralela -como señala el economista jefe de la Fundación Atlas, Pablo Guido-, ha crecido una corriente en Estados Unidos que sostiene que el FMI debe ser eliminado. Es poco probable que esto suceda en lo inmediato, pero sí es factible que si la Argentina no cumple con los compromisos que firme, los principales técnicos del Fondo perderán sus empleos. . 3) Las indefiniciones sobre el futuro del sistema financiero, ante su conflicto con los ahorristas, y el presupuesto 2003 -donde el FMI reclama un mayor superávit fiscal- hacen que no exista certeza alguna sobre la política monetaria. . 4) El tema de las tarifas de servicios públicos divide a la dirigencia política y es otra fuente de conflicto con el organismo financiero. El ajuste tarifario no sólo es reclamado por los países europeos a los que pertenecen los dueños de las empresas privatizadas; también lo demandan los grandes bancos, dado que del nivel de las tarifas dependerá buena parte de la capacidad de las empresas para afrontar sus deudas. . El ministro Roberto Lavagna, que pasado mañana viajará a Europa, difícilmente podrá conseguir el apoyo del Viejo Continente en la negociación con el FMI sin acordar aumentos tarifarios o bien una renegociación de los contratos, extendiendo los plazos de las concesiones. . En síntesis, la incertidumbre política y la desconfianza siguen siendo hoy el mayor obstáculo para que el FMI se decida a firmar un acuerdo con la Argentina. Es lógico que teman que el actual gobierno nacional y el que lo suceda no cumplan con lo que se acuerde. Saben que en materia de pactos, entre los dirigentes políticos argentinos impera la cultura de lo efímero. Basta con recordar que el presidente Duhalde ya había firmado dos pactos con los gobernadores antes de celebrar esta semana en Olivos el de los 12 puntos. . Pero si el Fondo teme pactar con la Argentina, también en amplios núcleos de los dos partidos políticos tradicionales crece la resistencia al acuerdo. Sobre todo a medida que se difunde que, en lo que va del año, el país hizo pagos por más de 3500 millones de dólares a organismos multilaterales, equivalentes a casi cuatro años de planes Jefes y Jefas de Hogar para dos millones de familias. . flaborda@lanacion.com.ar .
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