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Hacia una cultura del bien y la verdad
Editorial Diario La Nación
Los hechos políticos sucedidos la semana última nos ponen ante la necesidad de reflexionar acerca de temas de gran complejidad, tales como el respaldo a las reglas de juego democráticas y la urgente necesidad de un compromiso mayor en defensa y protección de nuestras instituciones y también de un conjunto de valores que nos permite funcionar y desarrollarnos como sociedad, desde la justicia hasta la moneda. En nuestro país todas estas instituciones están en crisis; han sido violentadas por formas inveteradas de descuido, con acciones u omisiones que casi siempre ocultaban intereses sectoriales o de poder. Que las instituciones estén en crisis significa que nuestros cimientos como Nación se tambalean y exigen de cada uno de nosotros un esfuerzo superior para impedir el derrumbe. En estos aspectos esenciales se centraron el Precoloquio llevado a cabo por IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresario Argentino) en Rosario, el VI Encuentro de Empresarios Cristianos, que organizó ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa) y el documento elaborado por la AEA (Asociación Empresaria Argentina). El objetivo fue común: la necesidad de reconstruir la Nación sobre bases sólidas y duraderas, restaurando cada una de nuestras instituciones sociales, políticas, económicas y culturales. Esas tres importantes organizaciones se plantean como misión ayudar a fortalecer a la clase dirigente empresaria que quiere estar fuertemente comprometida con el bien común y por eso propone asumir su responsabilidad orientada a que los valores del bien y la verdad sean el fundamento de la reconstrucción del país. Con un agudo sentido de la autocrítica hacia el propio papel de los empresarios -"somos los que más hemos recibido, los que mejor preparados estamos, los que no podemos mirar a otra parte; sin embargo, hemos permitido, con nuestras actitudes, que nuestro país haya errado el rumbo durante muchos años", se dijo- ACDE realizó un enfático llamado a instaurar la cultura del bien y la verdad en la Argentina, entendiendo que es ésta la esencia de la convivencia en sociedad y que ha estado largamente ausente en nuestra Argentina. "No podremos construir un país, con sus diversas instituciones, si los agentes principales, sus dirigentes, están viviendo hipócritamente en la mentira y el mal. Un país más justo -señalaron las autoridades de ACDE- se construye con hombres y mujeres más justos. Las instituciones no serán mejores que los hombres que las manejan". El mismo espíritu autocrítico y, a la vez, constructivo está presente en el documento de AEA titulado "Una estrategia de crecimiento para la Argentina". Allí se señala que la dirigencia en general y el empresariado en particular deben ser capaces de "aportar las iniciativas que trasciendan los intereses particulares o sectoriales para ayudar a nuestro país a que se encamine hacia una senda de crecimiento" y destaca que "para este fin, el nuevo papel de la dirigencia no puede ser otro que el de comprometer sus mejores esfuerzos en pos del interés general de toda la sociedad". Tal apelación se traduce en la necesidad de contribuir a la búsqueda de consensos sobre políticas de Estado que perduren luego de ser convertidas en leyes por medio del debate parlamentario, una tarea que deberá priorizar el gobierno de Néstor Kirchner. Debe concebirse, en consecuencia, este llamado de los empresarios a trabajar en la defensa y reconstrucción de las instituciones como un objetivo cuya urgencia no puede admitir demoras. LA NACION está en grave riesgo y éste exige una respuesta comprometida y valerosa de todos los argentinos.
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