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Iniciativa para evaluar la calidad de la democracia
Clarín
El subdesarrollo económico y la pobreza con fuertes déficit institucionales es una constante para América latina. Una propuesta que motoriza desde Chile el presidente Lagos abre el camino para revertir la tendencia. Casi nadie pone en cuestión que el empleo, el combate a la pobreza y a la desigualdad y la seguridad son los más urgentes temas de la agenda de nuestro país. El salto cualitativo que está intentando dar este gobierno es dejar atrás las prácticas recurrentes de administración de la crisis y, como una lección extraída del derrumbe, tratar de asociar lo urgente a lo importante. Saber que aun los problemas que se presentan con una fuerte carga de dramatismo social y exigen un abordaje decidido y sin demoras son consecuencia de condiciones histórico-estructurales que sólo son reversibles con políticas capaces de articular el corto y mediano plazo. La resolución de los conflictos más acuciantes también dependen de la creación de condiciones que hagan viable un proyecto de Nación o un modelo de sociedad. Avanzar en esa dirección depende de varios factores, entre los cuales figuran la capacidad para asociar instituciones sólidas y confiables con un crecimiento económico sostenido y políticas públicas que vayan revirtiendo la actual e injusta distribución del ingreso. Esto, en el marco de reforzar el compromiso con la integración regional y consolidar una inserción más agresiva y diversificada de nuestra producción en los mercados internacionales. Si analizamos las trayectorias de la casi totalidad de los países latinoamericanos, y partiendo del carácter periférico y subordinado de la región a los diferentes centros de poder mundial según las distintas etapas históricas, vamos a encontrarnos con una cierta constante que relaciona el subdesarrollo económico y la pobreza con la inestabilidad democrática o con fuertes déficit de carácter institucional y estatal. Sin embargo, en los trabajos sobre la temática del desarrollo, con frecuencia se deja de lado la importancia de los factores institucionales y más específicamente el valor de la calidad de las democracias en nuestro continente. O si no, se tiende a profundizar la desvinculación de la política de la economía y ésta del empleo y la equidad, cayendo en el reduccionismo tecnocrático o en la visión fundamentalista del mercado que guió la política durante los años noventa. La otra distorsión la constituyen ciertos intentos de los organismos multilaterales de crédito de vender llave en mano los paquetes de reingeniería institucional, pensando que las reformas de carácter estructural pueden trasplantarse, desconociendo en algunos casos y sin tomar en cuenta en otros, los contextos culturales y las especificidades de cada país. Por eso es muy importante y valdría la pena prestarle atención a una iniciativa motorizada por el presidente de Chile en el sentido de impulsar un sistema de coordinación entre gobiernos de la región con la finalidad de establecer mecanismos de seguimiento, evaluación y mejoramiento de los procesos democráticos en América latina. La idea en que se fundamenta la propuesta presentada por un conjunto de políticos e intelectuales a Ricardo Lagos se orienta a desarrollar un conjunto de actividades de investigación-acción que permitan disponer de una metodología e indicadores apropiados para la observación sistemática de los procesos democráticos en la región. Y al mismo tiempo, para promover la deliberación pública y la participación popular en la vida política, y ayudar a mejorar la relación entre las instituciones y la ciudadanía. Antecedentes de esta iniciativa pueden rastrearse en la "Auditoría ciudadana sobre la calidad de la democracia", llevada adelante bajo el impulso conceptual del politólogo Guillermo O'Donnell en Costa Rica. En el mismo sentido, y a favor de que cada país de la región cuente con un observatorio de seguimiento y evaluación de la calidad de las instituciones democráticas, se expresó el presidente de Brasil, que consideró la propuesta de gran importancia, en tanto que desde su perspectiva, el acompañamiento de la evolución de la democracia política, económica y social en el continente se constituye en un elemento fundamental para la reflexión y la acción de los gobernantes. Otro aspecto del proyecto valorado por Lula es que permite a los gobiernos abocarse a la evaluación de los propios procesos políticos, no dejando esa tarea a instituciones ajenas a la región, de credibilidad y rango científico dudosos, o de gobiernos y entidades dedicados indebidamente a las prácticas de tutelaje y "certificaciones". Por eso plantea la necesidad de una definición consensuada sobre la idea de "observatorio", así como sobre la necesidad de avanzar también en el perfil de la institución, su relación con los gobiernos y el marco teórico y metodológico del trabajo a ser desarrollado. Si bien sabemos que no existe mejora de la calidad institucional si no se la evalúa como un soporte de un programa de desarrollo económico-social que enfrente los problemas de la inserción de los países en la economía internacional, así como el combate a la desigualdad, al desempleo y la exclusión, en nuestro caso esta propuesta conecta con la voluntad política explícita del Gobierno nacional de reconstruir un orden político-institucional confiable que supere el divorcio entre las instituciones y la ciudadanía, reconcilie el mundo del poder con el mundo de la vida y permita comenzar a poner los cimientos de lo que se ha definido como un país normal.
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