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Honesto, prudente y capaz
Editorial. La Prensa. Opinión
La ciudadanía asiste a la más pura demostración de falta de ideas de gobierno de casi todos los políticos que quieren llegar a presidir la República. Con una encomiable prolijidad, todos los hombres y mujeres de la política argentina que se sienten presidenciables y que, por lo tanto, luchan por imponerse en las internas, elaboran el discurso de la discordia, más que el de la exposición de ideas de trabajo para el caso de que llegaran a ocupar la Casa Rosada. Cierto es que no se puede expresar lo que no se tiene y, en este caso, son ideas, pero cabe una pregunta muy elemental: ¿por qué vuelcan todas sus fuerzas en atacar o bien sólo criticar al adversario, sobre lo que hizo, lo que dice que hará, o cualquier otro aspecto para denigrarlo? La gente asiste a un acto en el que hablará fulano, pero resulta que éste habla sólo sobre zutano, y la reunión termina con un ciudadano que finalmente más sabe sobre la posición de zutano que del fulano que fue a escuchar para ver si lo convence con lo que piensa hacer cuando sea presidente de la Nación. Salvo excepciones, pocas por cierto, y que parten de hombres más vinculados con la economía que con la política, es imposible conocer los planes de los candidatos o precandidatos. Ayer nos referimos en este espacio al resquebrajamiento del Partido Justicialista cuando una de sus banderas fue la unidad del movimiento. Pero los candidatos de la Unión Cívica Radical, como los del socialismo o la izquierda, están en la misma línea de carencia de argumentos para comunicarse con el pueblo, que es quien finalmente decide con su voto la suerte de unos y otros. No se le habla a la gente. Se trata de disminuir al contrincante y, curiosamente, como sucede en el peronismo, a veces es del mismo partido. Y se reemplazan las ideas faltantes diciendo que tienen un plan que salvará al país si votan a su autor. ¿Y cuál es el plan? No se lo explica. Le dan carácter de secreto para que esa gran solución no sea copiada. Los políticos han interpretado mal eso de que el voto es secreto y entonces hablan sobre un secreto que quieren que la gente vote. Tampoco entienden que en esta ecuación la inversión de los términos es negativa. Acaso, ¿se puede votar sobre lo que se desconoce, o sea, un secreto? Las actitudes de esta mayoría de políticos demuestran una falta de inteligencia absoluta, a partir del momento en que no se dirigen al interlocutor adecuado, sino a la suma de vergonzantes expresiones que no es nueva y que por repetirse están cansando a la gente. Nadie explica qué hará con la economía salvo alguna referencia al Mercosur y al ALCA, pero muy en el aire; ni en educación, salud, justicia, creación de fuentes de trabajo, producción, comercio exterior bilateral, las relaciones internacionales, es decir, hacer una proyección, dar una visión de futuro, sacar a la gente de la incertidumbre que vive desde hace mucho y de la indiferencia a que se la está induciendo con estas peleas de muy bajo precio, sobre todo cuando la imagen del político está ya muy deteriorada, y estas conductas la desvalorizan aún más. Estamos ante la exhibición de la ausencia de apenas tres virtudes que se le piden a un gobernante: ser honesto, prudente y capaz de administrar sanamente esta nación, hoy tan enferma. Sólo tres virtudes, pero parecen demasiadas para la actual dirigencia política. Copyright La Prensa 1996-2000
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