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Cuando el Estado falla en funciones de control
Juan Alemann. La Razón.
Es inherente a la naturaleza del Estado que tenga que ejercer muchos controles. En el caso argentino lo hace mal y, en muchos casos, muy mal. La solución es simple: hay que tercerizar las funciones de control, de modo que el Estado mande controlar a otros y supervise a los controladores, lo que es más fácil, porque se hace en base a resultados globales. La tarea de control requiere de una tecnología especial que el Estado no tiene, ni sería capaz de aplicar, amén de que los inspectores suelen ser infieles. Los estatistas dogmáticos señalan que también en los casos de control privado se cuecen habas. Es cierto, pero en una medida muy reducida. En el Estado, echar a un controlador infiel requiere un complejo procedimiento administrativo, que en general no conduce a nada. Una controladora privada simplemente procede. Si una empresa privada de control no ejerce adecuadamente su función, sufre un castigo directo, ya que no se la contrata más. LOS CASOS QUE YA EXISTEN. Es notable que esta simple idea no se comprenda, cuando en otras funciones del Estado esto ya se hace. El Estado tiene la responsabilidad por las obras públicas; pero encomienda su ejecución a empresas constructoras, o sea las terceriza. Igualmente los escribanos ejercen funciones de control por delegación del Estado. En algunos casos ya se avanzó en materia de control privado. Cuando en 1978 se reformó el régimen de fomento de la forestación, reemplazando la desgravación por un subsidio directo por hectárea, se estableció que el ingeniero agrónomo que debía avalar la presentación era solidariamente responsable por el cumplimiento de los planes, siendo excluido de la nómina de profesionales admitidos cuando aquellos no se ejecutaban, salvo que el mismo denunciase este hecho. Esto funcionó bastante bien. Con la desgravación anterior no había ningún control. A juzgar por las sumas desgravadas, medio país debería haber estado cubierto de bosques artificiales. CONTROLES ANEXOS A LA AFIP. Los casos de control estatal que no se cumplen o sólo en forma deficiente y que deberían ser tercerizados, son múltiples. En conexión con la materia impositiva, hay una serie de controles específicos de alto rendimiento fiscal: control de frigoríficos y mataderos, con lo cual indirectamente se controlan a los ganaderos, matarifes, transportistas y carniceros minoristas; molinos harineros; fábricas de aceite vegetal; plantas de procesamiento de leche; ingenios y otros puntos de concentración de producción agropecuaria. Luego hay que controlar combustibles y también devoluciones de IVA y reintegros, y monotributistas. En la Aduana es necesario un control adicional, por medio de una contraverificación selectiva privada, así como un control de la admisión temporaria y de las zonas francas. Estamos hablando de un rendimiento fiscal de más de $ 5.000 millones anuales. OTROS CONTROLES. Pero también hay muchos otros controles que deben tercerizarse. Por ejemplo, estos casos: Garrafas de gas: Hubo un control privado, que luego se abandonó. Se trata de verificar el correcto llenado de las mismas, la seguridad que brindan y que empresarios pícaros no utilicen garrafas de marcas ajenas, más cotizadas. Tensión de la red eléctrica: Este control también se había implementado y se abandonó. Es importante para evitar daños a los aparatos eléctricos por picos de tensión. Rutas concesionadas: Es menester determinar si se cumplen las normas de mantenimiento fijadas en los contratos, si no hay tickets mellizos, y si se controlan debidamente a los camiones en cuanto a peso por eje y relación peso-potencia. En obras públicas en general: Es conveniente aplicar el sistema del Banco Mundial, de que además de un ejecutor de las mismas haya un controlador. Control de pesca para evitar la sobrepesca: Hemos llegado el año pasado a una situación crítica con la merluza, por pesca adicional no permitida y no controlada. En 1999, la sobrepesca fue del 185% del cupo total. Además, en conexión con esto hay evasión impositiva. Policía laboral, para controlar el cumplimiento de las normas laborales y sociales: La del Ministerio de Trabajo es muy reducida y no cumple su función. De lo contrario no se daría la situación de casi un 50% de trabajo en negro. Intercambio compensado de automotores con Brasil: Es un régimen muy complejo, que la Secretaría de Industria controla poco. Se quejan los autopartistas que no se respetan los porcentajes de integración. Precios de compra del Estado: Hasta fines de 1999 la Sigen tenía contratos con empresas privadas, que ejercían un control eficaz. Luego esto se abandonó, con lo cual el Estado vuelve a pagar sobreprecios por doquier.
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