Temas de la Justicia: Reconstruir el poder Adrián Ventura. La Nación.
La Corte Suprema, ya a salvo del juicio político, tiene por delante una de las tareas más complejas que puede enfrentar un tribunal: recrear la autoridad. No cabe duda de que los jueces del tribunal, durante la década del noventa, sufrieron un fuerte desgaste y político. Fueron culpables por acción, por consentir excesos, y por defecto, por no saber poner límites. Pero la imagen de la Justicia, encarnada en la Corte pero de la que todo el Poder Judicial tiene una cuota de responsabilidad, siguió desgajándose durante los últimos años. Los legisladores, al haber encarado un enjuiciamiento político tardío, desmedido y mal llevado, poco ayudaron a mejorar la situación. * * * Hoy, la Corte está compuesta por nueve jueces que emergieron del juicio político con distinta fuerza: algunos, como Enrique Petracchi, Gustavo Bossert y Carlos Fayt, salieron casi indemnes; otros, como Guillermo López, Adolfo Vázquez o Julio Nazareno, terminaron en una posición delicada. Pero el dato de cuántos votos recibió cada ministro en favor y en contra, una circunstancia para el registro histórico, no deja de ser secundario. Al no haberse juntado los votos necesarios para la destitución de algunos magistrados, todos ellos quedaron igualmente confirmados en sus cargos. En estos momentos, la Corte tiene frente a sí varios problemas difíciles. Sin duda, el país mira, en lo inmediato, el problema urgente: todos quieren saber qué va a hacer la Corte con los amparos en los que se discute la restitución de los depósitos bancarios. Pero el otro problema de la Corte, más permanente, tiene un rol institucional, pues hace al funcionamiento del tribunal cómo cabeza de uno de los tres poderes del Estado: el máximo tribunal del país, integrado por estos jueces -no por otros, mejores o peores- debe buscar un camino para recomponer la legitimidad popular, la imagen que se deterioró durante muchos años. Ese desafío impone una habilidad especial. Está por verse si los jueces la poseen. Pero se trata de encuentren el camino para convertir la legitimidad formal de haber sido confirmados en sus cargos, en una legitimidad real. En otras palabras, en recrear la autoridad moral. Algunos jueces, en voz baja, dudan sobre la conveniencia de que Julio Nazareno merezca continuar al frente del tribunal. En rigor, Nazareno fue el juez que soportó el mayor número de cargos y el principal embate de los legisladores, aunque nada indica que sea el peor. La presidencia de la Corte se renueva cada tres años y el tercer período de Nazareno vence dentro de un año. Anticipar una elección en el tribunal, un evento siempre traumático, provocaría la eclosión de la crisis. Por lo demás, todavía están pendientes otras definiciones, entre ellas, la de algunas posibles renuncias y las modalidades con las que el tribunal, de un perfil político determinado, convivirá con el próximo gobierno. En lo inmediato, la Corte se concentrará en la cuestión financiera. Pero es muy probable que el acuerdo de ministros de hoy, sólo registre un lento avance en este asunto. Para llegar a una definición, habrá que esperar que se den algunos pasos procesales que están pendientes. Sí es probable que se vuelva a insistir sobre el nombramiento de conjueces, ya que Bossert y Petracchi se excusaron. Alguno, con picardía, pensó en convocar a conjueces jubilados, más previsibles que los que salen de un sorteo. aventura@lanacion.com.ar
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