La crisis institucional desvela a las compañías Joaquín Morales Solá para La Nación. Sección Economía.
Un desvío extraño e inesperado tomó la crisis de las instituciones. La noción de que en ella radica la razón de buena parte del conflicto argentino está ahora en la cabeza de los más importantes empresarios, sean nacionales o extranjeros. De hecho, los dos congresos empresariales más destacados del año, el de IDEA, que se lleva a cabo en Mar del Plata en estos días, y el de la Unión Industrial Argentina, que se realizó en Pilar en la última semana de octubre, estuvieron dedicados en gran medida al problema de las instituciones argentinas y a la necesidad de su reconstrucción. El primer día del coloquio anual de IDEA se dirigió de manera íntegra a descifrar la caída de las instituciones. Los dos días de la asamblea anual de la UIA se refirieron al mismo costado del drama nacional. Paneles integrados por académicos del derecho, politicólogos, sociólogos y analistas de opinión pública revisaron del derecho y del revés, en ambas reuniones, el proceso que destruyó a casi todas las instituciones y plantearon propuestas para su reconstrucción. La decisión empresarial es notable porque se trata de los mismos hombres de negocios que conducen corporaciones que navegan en las frenéticas aguas de la crisis económica más monumental que se recuerde. Por unos días, ellos han trocado la obsesiva mirada de balances y de facturaciones por una reflexión serena sobre las instituciones. El presidente del coloquio de IDEA, Juan Carlos Masjuán, dio cuenta de esa revisión cuando recordó una frase del empresario Cristiano Ratazzi, que a su vez parafraseó a Pellegrini: "No hay industria sin nación", dijo Ratazzi. "No hay nación sin industria", había dicho Pellegrini. El hecho no deja de ser también una novedad en el pensamiento de los empresarios. Durante las últimas dos décadas, la preocupación del mundo de los capitalistas estuvo centrada casi exclusivamente en el universo de los negocios y en sus fluidos contactos con los dirigentes políticos para acercarlos a sus posiciones, puramente empresariales. Tal vez la crisis del último año -y la convicción generalizada entre ellos de que la Argentina no hubiera conocido un abismo tan profundo si hubiese contado con instituciones sólidas y fiables- los indujo a una mirada más abarcativa del conflicto nacional. En una brillante exposición, Natalio Botana, el primer orador en el coloquio de IDEA, describió con una frase demoledora la situación actual: "Está en marcha un grave proceso de fragmentación de los partidos políticos, de las instituciones y del ordenamiento del Estado federal", describió. Botana, que se manifestó a favor de que se respeten los mandatos constitucionales y que, por lo tanto, Eduardo Duhalde concluya el suyo en diciembre del próximo año, propuso luego que, por lo menos, se unificasen las elecciones de presidente y legisladores nacionales en un solo acto. "Hagamos de la necesidad una virtud y eliminemos la cascada de elecciones que, de otra manera, habrá el próximo año", dijo. El segundo orador, Manuel Mora y Araujo, contó, ayudado por gráficos elocuentes, el estado de la opinión pública. Quedó clara la necesidad social de que haya cuanto antes una reforma política profunda y de que se establezcan mecanismos de transparencia confiables en la administración de los asuntos públicos. Vocación política La mayor cantidad de preguntas estuvo relacionada con cuánta vocación existe entre los dirigentes políticos para emprender una reforma política a fondo. Debe consignarse que la respuesta de los panelistas fue, por lo general, escéptica. Un murmullo recorrió los parlanchines pasillos de IDEA: ¿irá o no irá hoy el presidente Duhalde para cerrar el coloquio de este año, como lo hicieron los presidentes argentinos en casi todos los años anteriores? Un alivio llegó cuando el ministro de Economía, Roberto Lavagna, anunció a último momento que concurriría a la reunión de Mar del Plata y que, además, aceptaría contestar preguntas de un público formado por empresarios y ejecutivos destacados de corporaciones multinacionales. Pero Duhalde prefirió visitar hoy a su madre en Córdoba. La visita familiar será disimulada con una pequeña escala en una fábrica, que el propio Duhalde pidió que le agendaran pocas horas antes. Ayer mantuvo un largo diálogo telefónico con el titular de IDEA, Oscar Vicente, un viejo conocido suyo, pero el empresario colgó el teléfono sin esperanzas de haberlo convencido al Presidente de la necesidad de que no se convierta en una excepción. Con todo, algunos ayudantes presidenciales bregaban ayer para que Duhalde le diera un brusco cambio a su agenda de hoy. Duhalde estaba dolido por versiones periodísticas que indicaban que había en el coloquio de IDEA un estado de ánimo propicio a destacar la necesidad de un gobierno elegido cuanto antes. "Si quieren que me vaya lo más pronto posible, ¿para qué me invitan?", le deslizó a un colaborador. El centro del debate en Mar del Plata, las instituciones, la reforma política, la transparencia de los asuntos públicos, no figuraron en sus reflexiones previas a la decisión de no concurrir a la reunión, la única oportunidad que tendrá de presidir y cerrar el coloquio empresarial más importante del país.
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