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Noticia

El abuso de derecho está en la raíz de los problemas
Jorge Vanossi. La Nación.

  Fecha: 17/10/2002

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eVoluntaria: Cristina García Pullés
  Tema relacionado: Justicia

No es fácil hacer el catálogo. Si se tratara de sacar una fotografía se podría señalar abusos provenientes de los gobernantes, de los grupos intermedios y de los partidos políticos; abusos por acción y otros, por omisión.

Todo esto produce un cuadro muy negativo respecto no del consenso, pero sí del asentimiento que generan muchos de estos abusos. En la Argentina no se ha declarado aún el estado de sitio, pero acontece algo peor: se ha declarado el estado de anomia.

Por la vía de una sucesión de "decretazos" y de delegaciones elefantiásicas en el Poder Ejecutivo, de vetos parciales, etcétera, que ya nadie puede contener y que la propia Constitución nacional reformada viene a estimular. Todo esto está resumido en una muy sucinta expresión de Juan Agustín García en "La ciudad indiana", en el 1900, cuando señalaba cuál era el rasgo característico de nuestra sociedad: "Culto al coraje y desprecio a la ley", se lee.

De los señalados, el vicio más dañoso es el desinterés por el reinado del derecho y la vigencia efectiva de la justicia. Es el caldo de cultivo para la permisión de todos los demás abusos. Lo advertía Ortega y Gasset con su lucidez habitual: "No hay salud política cuando el gobierno no gobierna con la adhesión activa de las mayorías sociales". No es una expresión numérica, sino cualitativa.

En la pasividad social se encuentra el acta de nacimiento de numerosos vicios que devienen en abusos y desviaciones. La indolencia colectiva es generadora de una cultura del desgano. Revertir esta tendencia demandará el esfuerzo de varias generaciones.

Si tuviera que buscar un símil en el pensamiento literario o artístico acudiría a las durísimas palabras del compositor francés Claude Debussy: "La gente no tiene suficiente respeto por el mar -¡miren qué ironía!- no debería estarle permitido sumergir esos cuerpos deformados por la vida cotidiana en el seno del mar". Nosotros no tenemos respeto por el Estado de Derecho.

Repercusiones

Primero. Como Estado de Derecho los abusos provocan serias patologías que desnaturalizan el normal funcionamiento de las instituciones. Como diría sarcásticamente Saramago, cuando protesta por razones equivalentes diciendo "esto no es un país, es un lugar".

Segunda. Se observa un péndulo deambulatorio entre la anomia y el mejunje. Tenemos una mezcla extraña y ridícula, combinación de anomia y anemia.

Tercera. El olvido del constitucionalismo como sentimiento y conciencia es notorio. Es imperioso el cultivo de una conciencia constitucional a partir de la enseñanza de la instrucción cívica. En definitiva, entre nosotros triunfan las tendencias opuestas a la cultura constitucional. Acaso será por aquello que decía el ya recordado Karl Popper: "No es posible persuadir con el razonamiento a quien no se ha formado una opinión a través del razonamiento".

Cuarto. Mi panorama y mi impresión sobre el futuro es gris. Creo que los que defendemos la cultura constitucional no somos la mayoría, somos la minoría. El país real es el otro, vive la otra cultura como si fuera la auténtica. Es la que los medios se encargan de propagar.

¿Cuál es la solución? Es volver a la regla de oro: "A todo acrecentamiento del poder debe corresponder un acrecentamiento de los controles, un vigorizamiento de las garantías y una acentuación de las responsabilidades".

En la Argentina, hay que profundizar la relación estrecha entre control y responsabilidad. Como prescribe el Código Civil, "cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuencias posibles de los hechos". La concepción republicana y democrática de la función pública no puede eximir a ningún gobernante del cumplimiento de las reglas que rigen la materia. En la Argentina sobran organismos de control, pero reina la impunidad.

Sin embargo, y aquí viene la nota optimista, la historia registra regresiones peores. Por eso, recordando a Blas Pascal, "hay que ser optimista, pero sin ilusiones".

El doctor Jorge Vanossi es constitucionalista, ex diputado nacional y ex ministro de Justicia.


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