Kirchner, frente al nuevo tiempo Eduardo van der Kooy. Clarín.
El Presidente no quiere confrontar por el problema de la seguridad. Espera anunciar medidas que tranquilicen a la gente. Avala a Arslanián y abrió una tregua con Solá. Admite que no cuenta con un apoyo popular irrestricto. Néstor Kirchner también cree que algo ha cambiado en la Argentina política. Pero disiente con el periodista y con el periodismo, en general, sobre la medición de los tiempos: "Mi supuesta luna de miel con la sociedad existió los primeros tres o cuatro meses. Pero pasó. La gente no tiene por qué ser incondicional. Ahora debo rendir examen cada día", opina. El Presidente habla sereno, sólo perturbado por el dolor de un tratamiento de conducto que luego derivó en el percance. Está sentado en una silla, con los brazos apoyados sobre una mesa de su despacho que no muestra la excitación acostumbrada, de funcionarios que entran y salen, de papelitos que le acerca el secretario privado con la lista de llamadas telefónicas. Es el preludio de un feriado largo, de la Semana Santa, que ha dejado semivacía la ciudad: es fácil darse cuenta espiando por cualquier ventanal de la Casa Rosada. Aquella percepción de Kirchner suena capri
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