|
Los políticos de siempre
Editorial. La Prensa.
El constante cambio de reglas de juego constituye un decepcionante panorama con escasa preocupación de la ciudadanía por las elecciones presidenciales. Hay una mesa de construcción republicana y de cuatro patas, cada una de las cuales tiene el nombre que las circunstancias determinan, y en estos momentos bien podrían llamarse pueblo, candidatos, proyección-esperanza y gobierno. Pero la mesa tambalea porque sus cuatro sostenes son desiguales o falta alguno. Un pueblo lastimado, saturado de improvisaciones, desilusionado, nunca más indiferente ante un proceso electoral después de tantas vicisitudes presidenciales desde diciembre de 1999. Luego están los candidatos, de muchos partidos, pero los que más ruido hacen dicen ser todos justicialistas, pero unos son enemigos acérrimos y auténticos, y otros simulan serlo para que no se descubran los pactos, promesas mutuas, que están tejiendo secretamente sólo en beneficio de ellos. En cuanto a la proyección-esperanza, la gente no encuentra el hilo más delgado pero alentador como para planificar aunque más no sea un futuro inmediato. Ningún político le habla, porque primero tienen que definirse ellos, y luego trasladar sus flacas y antiguas ideas sin advertir aún que hay un mundo político moderno que, aun con guerras en distintas latitudes, se entiende mejor de país a país que nosotros de argentino a argentino. Y, por último, el gobierno: el actual que dice que quiere irse en tal fecha, y el próximo que no sabe a ciencia cierta cuándo asumirá. Sobre esta mesa de cuatro patas desparejas habrá de seguir actuando una democracia sufrida y declinante porque la atropelló la anarquía. Que es esa incertidumbre, esa ignorancia, esa violencia del no progresar porque ha roto todo orden, desconoce la ley y promueve el desconcierto. La mansedumbre de los argentinos está siendo confundida con sumisión, entrega, abandono, porque el pueblo está en silencio. Incapacidad intelectual de los políticos que no saben que el silencio de un pueblo es toda una lección que no deben dejar de aprender, porque es una expresión de rechazo contra una dirigencia que sólo piensa en sus beneficios personales y políticos. Los pueblos que optan por el silencio presienten instintivamente a aquéllos de quienes necesitan para cumplir su misión de vida. Pero el nuestro no los tiene en el terreno donde están luchando los presidenciables, muchos en cantidad y muy pocos en calidad. Este no es un pueblo sin idealidad, porque de ser así no tendría derecho a nada, sino un pueblo que, aunque en la anarquía y viviendo en la miseria, todavía es un pueblo y tiene derecho a toda esperanza. No se le puede decir que en tales fechas emitirá su más pura decisión política, su voto pacífico, y al día siguiente que lo dicho se ponga en duda en el más alto nivel de conducción del país, e ignorar cuándo realmente se votará. Es un juego siniestro. Es una burla imperdonable a la ciudadanía. Es el origen del poco interés que se advierte por unas elecciones presidenciales que, ciertamente, tienen una singular importancia, aunque sea con los políticos de siempre. Copyright La Prensa 1996-2000
Este servicio de Monitoreo de Medios sobre artículos
de opinión y noticias está orientado a elevar el debate y formar
a la opinión pública acerca de una Reforma Política
de fondo para la Argentina. Los artículos son seleccionados, cargados
en la pagina web y editados a traves del programa
de e-Voluntariado de RPR.
|
